Los animales no han nacido para que nosotr@s nos beneficiemos de ellos. Ni aún en el caso de que existan personas que hayan contribuido a traerlos a este mundo de algún modo (por ejemplo, a través de la inseminación no consentida de sus madres), está justificada su explotación. En este sentido tampoco justificaríamos la utilización de una niña o un niño por unos padres que alegaran tienen derecho a hacerlo ya que está aquí gracias a ellos.
La explotación de los demás animales es algo aceptado por nuestras sociedades hasta el punto de estar institucionalizada sin que ni siquiera hayamos establecido un debate al respecto sobre si es o no justo hacerlo. Simplemente, nos limitamos a repetir las pautas de comportamiento que nos han sido transmitidas desde pequeñ@s sin cuestionarlas, hasta llegar al punto de considerar dicha explotación como algo "normal". En ocasiones esta explotación pretende justificarse en base al hecho de que ha existido siempre, a este respecto decir que también la esclavitud humana, por citar uno de los múltiples ejemplos que podrían utilizarse, existió hasta que después de la lucha de aquellas personas que en su momento consideraron que era una tremenda injusticia, se consiguió ponerle fin.
En el tiempo que tardas en leer es estas líneas, miles de animales con capacidad de sufrir y disfrutar están siendo explotados y asesinados, para satisfacer nuestros intereses de múltiples formas. Según los datos que aparecen en la página oficial de la FAO -Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación- para 2004, referidos únicamente a animales destinados a alimentación humana, y correspondientes a todos aquellos países sobre los que existe información de este tipo, haciendo un promedio obtendríamos: 1.481,18 pollos asesinados por segundo a lo largo de todo el año; 40,53 cerdos por segundo; 26,83 conejos; 16,08 corderos o carneros; 9,3 vacas o terneros,... (respecto al número de peces sacrificados es prácticamente imposible saber cuántos individuos fueron pescados, ya que la medida para contabilizarlos es la tonelada). Podríamos seguir sumando todos los animales no mencionados tanto terrestres, aéreos, como acuáticos, y los de aquellos países sobre los que no hay datos, los que mueren en las explotaciones, los que lo hacen en el transporte, los que se matan a nivel particular, los sacrificados para vestimenta, experimentación, para hacer pienso con el que alimentar a otros animales (muchos de los cuales servirán a su vez de alimento a miembros de nuestra especie), para confeccionar productos de todo tipo, en experimentación, en caza y pesca deportiva, los que mueren al comerciar con ellos, los que lo hacen en festejos populares (denominados eufemísticamente "tradiciones populares"), etc, etc. Como podemos comprobar ningún holocausto, guerra, catástrofe natural, atentado terrorista,.... ha alcanzado jamás las cifras de víctimas que supone la explotación de los demás animales.
Sin embargo, a pesar de tratarse de una injusticia de enormes proporciones, y de ser perfectamente evitable, ésta se mantiene día tras día, segundo tras segundo, sin que se repare en su existencia o se decida actuar para contribuir a ponerle fin. En ocasiones, aquell@s que se han planteado vagamente el tema piensan que no se puede hacer nada, y por lo tanto no intentan poner remedio a esta situación. Nada más lejos de la realidad, a veces subestimamos nuestro poder como consumidor@s y nuestra capacidad para negarnos a participar de esta tremenda injusticia, que tanto dolor y muerte ocasiona, y que impide disfrutar de sus vidas a seres que al igual que nosotr@s son capaces de sentir.
De tod@s y cada un@ de nosotr@s depende que esta explotación se perpetúe.
Podemos optar por seguir consumiendo productos animales contribuyendo por lo tanto a que éste se mantenga; o podemos vivir perfectamente sin utilizar a los demás animales (algo bastante más sencillo de llevar a cabo de lo que puede parecer).
No hay comentarios:
Publicar un comentario