Según un estudio realizado por la Fundación Affinity, más de 100.000 perros fueron abandonados en España en 2010
Es deleznable el valor que despiertan ciertos individuos abandonando cuadrúpedos sin dejar la vista atrás pero más lamentable es aún intentar solventar dicho error y llevarse méritos por ello. Algo similar es lo que ocurre en Andalucía.
Según el último estudio realizado por la Fundación Affinity, en España se recogieron un total de 109.064 perros durante el año 2010, lo que supone el 5,9% menos que en 2009. Sin embargo, a pesar que las cifras han disminuido respecto a los dos últimos años, siguen siendo datos escalofriantes que múltiples asociaciones para la defensa de los animales se han preocupado por denunciar.
El informe detallado recoge también gráficas según criterios de territorialidad. Así, la Comunidad Autónoma con mayor número de perros recogidos es Andalucía, con más de 16 mil perros (15,4%), seguida de Cataluña (15%) y de la Comunidad Valenciana (12,1%). En la cara opuesta de la moneda se encuentran Ceuta y Melilla (0,6%) y la Comunidad de Cantabria (1,2%), quienes presentan la menor proporción, inferior a 2.000 perros en cada una.
Además, el mayor número de canes recaudados se registra en el segundo cuatrimestre del año con un 34,7%. Los motivos por los que los meses de mayo, junio, julio y agosto sean los que registran las cifras más altas abarcan desde la falta de tiempo para cuidar al animal hasta la compra no responsable y compulsiva, el crecimiento del cachorro o la contracción de enfermedades. Sin embargo, una de las principales razones del desinterés la padecen aquellas especies que son utilizadas temporalmente para el desempeño de un oficio, como son los perros guardianes de obras urbanísticas o las famosas razas de caza. Ahorcados en un árbol, encadenados sobre sus propias heces o con un tiro en la cabeza son encontrados miles de estos pedigríes al cierre de la veda, momento en cuya presencia no resulta ya otra cosa que un incordio.
La actividad cinegética es considerada como uno de los quehaceres más antiguos de la historia. En las pinturas rupestres más primitivas puede observarse cómo la aparición del fuego y el dominio en la fabricación de armas trajo consigo los primeros cazadores. A través de técnicas muy similares a las que se llevan a cabo en la actualidad, tales como la batida y el trampeo, los ibéricos en la Antigüedad adquirían los animales que luego les servirían como alimento para toda una estación. Como consecuencia de ello, en esta época también se produjo la selección de perros de caza, encargados del rastreo, la persecución y el agarre de las piezas.
Lo que antes era una lucha por la supervivencia, ahora se tacha de cancillería. Actualmente el debate entre grupos ecologistas y cazadores está a la orden del día. Mientras que los primeros promueven la protección del medio ambiente y protestan contra las barbaridades que algunos cazadores hacen con sus herramientas de trabajo, los segundos aseguran realizar una actividad imprescindible para el equilibrio de los ecosistemas, la recuperación de la fauna silvestre más sensible y la remisión de daños a personas, a la ganadería y a la agricultura.
Es curioso que el mismo año en el que se publicaron las investigaciones que realizó la Fundación Affinity, el Ministerio de Agricultura hiciera públicas unas estadísticas anuales de caza por las cuales se pretendía dar a conocer el número de licencias emitidas por cada Comunidad Autónoma para el ejercicio de dicha actividad en su territorio. Así, en 2010 la Junta de Andalucía había concedido más de 280.000 permisos.
Coincidencia o casualidad, Andalucía tiene la mayor proporción tanto de perros abandonados como de licencias de caza emitidas en 2010. ¿Por qué entonces las protectoras que pertenecen a esta Comunidad Autónoma alardean de ser una de las asociaciones que más perros adoptan? Para poder hacerlo deberían estar situadas en el ranking de la Fundación Affinity en los puestos centrales pero las diversas investigaciones sitúan a la tierra del sol a la cabeza de España. Cierto es que también debemos tener en cuenta la amplitud de territorio de esta Comunidad y las ocho provincias que la integran pero vecinos lejanos como Castilla y León podrían tenerse como referencia.
Durante el 2010 el 44,8% de los perros recogidos en España fueron adoptados de los cuales el 17,2% fueron devueltos. El 15,7% permanecieron en el refugio, mientras que el 15,6 fueron eutanasiados y el 6,7 % tuvieron otro destino.
Está claro que las gráficas no mienten, pero las personas sí. En una búsqueda intensiva de beneficios propios, asociaciones andaluzas han publicado en múltiples ocasiones el orgullo de ser uno de los territorios españoles donde se extraen de las Perreras Municipales el mayor número de canes, haciendo creer al resto de la población su espíritu animalista y solidario. Sin embargo, ser solidario no consiste en donar la moneda que antes te donaron a ti y mucho menos publicarlo a los cuatro vientos para recibir esa palmadita en la espalda que, en ocasiones, tanto nos gusta.
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